martes, 18 de noviembre de 2008

EL SENTIDO DE LA VIDA ES CRUZAR FRONTERAS


Cada vez se crean mas fronteras internas y externas, las murallas que se construyen para separarnos tienen que ser destruidas por el arma del pensamiento y no de la guerra o de la violencia en si.
Este artículo, abre esa posibilidad, a mi entender y quiero compartirlo con ustedes.

EL SENTIDO DE LA VIDA ES CRUZAR FRONTERAS”
RYSZARD KAPUSCINSKI
Escritor y periodista
Diario EL PAIS 23-04-06

......Uno de los grandes viajeros del último medio siglo, comenzó su carrera con ambiciones más bien modestas: sólo quería cruzar una frontera; cruzar y regresar en seguida; cruzar para saber qué se sentía al hacerlo. Nacido polaco en Pinsk (hoy Bielorrusia), Ryszard es un producto, una víctima más, del diabólico juego de fronteras del final de la Segunda Guerra Mundial. Al poco tiempo de emplearse como reportero en el diario polaco Sztandar Mlodych, en 1955, le dijo a Irena Tarlowska, su redactora jefa: “Quiero cruzar la frontera”. Se refería a la de Checoslovaquia, pero un año después ella le envió a India regalándole para ese viaje el libro Historia de Heródoto. Desde entonces, Kapuscinski se mueve por el mundo acompañado del griego de Halicarnaso, con un ejemplar manoseado, subrayado y repleto de anotaciones, en busca del Otro. Su gran obsesión el motor de su vida y su trabajo.
“Nunca ha sido sencillo cruzar una frontera”, asegura sentado en una silla, donde su cadera se queja menos que hundida en el sofá. “A menudo cruzarla resulta peligroso, es algo que puede costar la vida; es la barrera entre la vida y la muerte. En Berlín hay un cementerio con la gente que no lo logró. Las fronteras se guardan con armas y en ellas se exigen documentos para pasar al otro lado. En la guerra fría, a las nuestras las llamaban telón de acero y más que países separaban mundos opuestos. El Mediterráneo es ahora una gran frontera en la que muchos mueren ahogados al intentar pasar de África a Europa. También sucede con los latinoamericanos entre México y EEUU. Personas que están dispuestas a morir en el mar o en el desierto porque buscan algo”.
Kapuscinski sostiene que éstas no son las únicas fronteras (o murallas como apunta en Viajes con Heródoto al describir China). Hay otras barreras que también es necesario saltar; la de la cultura, la del idioma, la del amor…”Mi vida ha sido un cruzar constante de fronteras, tanto físicas como metafísicas. Ése es para mi el verdadero sentido de la vida”. Defiende el abandono del cubículo de la seguridad, del terruño, del árbol que da sombra, para ir en busca de las respuestas, del Quién, como hizo Heródoto hace 2.500 años. Hay que aventurarse en lo desconocido, dejarse guiar por la “magia de viajar” que “actúa como una droga” y en la que el “camino es el tesoro”, escribe el reportero polaco en Viajes.

LA PRIMERA VEZ
En su caso la primera vez que cruzó una frontera lo hizo del este al Oeste, la más brutal, en la que el mero hecho de pasar de un lado a otro representaba una gran emoción, un desafío. En este libro escrito de la mano de Heródoto, Ryszard cuenta que al llegar a Roma en los años cincuenta, de camino a India, unos amigos le ayudaron a comprar un traje italiano para que pudiera desembarazarse de su anticuada indumentaria del telón de acero. Pese a la nueva máscara, Kapuscinski notó que nada había cambiado; todos lo miraban como a un extraño porque su otredad estaba en su forma de caminar, de mover las manos, de mirar. “Recuerdo que en 1994, más de cuatro años después de la caída del muro de Berlín, vi a unos alemanes del Este pasear por las calles del Oeste. Se sabía de dónde venían por su inseguridad. Parecían turistas en su propia ciudad”.

PERMANENTE BÚSQUEDA
La obra periodística y literaria de Kapuscinski, su vida, son la permanente búsqueda del Otro para la mejor divulgación entre los suyos, entre sus lectores, de sus costumbres y pensamientos, porque es el desconocimiento donde se cultivan los virus del odio y de la guerra. El gran descubrimiento del hombre, asegura a menudo Kapuscinski, no fue la rueda si no ese Otro, cuando la primera tribu-familia de 150 miembros que vivía entre los dos ríos en Mesopotamia se topó con otra tribu-familia y ambos se dieron cuenta de que no estaban solos. ¿Qué hacer ante ese hallazgo?, se pregunta. Tres reacciones son la constante en la historia: ignorarlo, entablar contacto (comercio) o guerrear.
“El problema no es el miedo” dice, “sino la creación de ese miedo a lo desconocido, que es anterior. Cuando un niño se cruza con un desconocido puede reaccionar con temor, si ha sido inducido a ello, y correr a esconderse detrás de la falda de su madre. Pero también puede acercarse despreocupado l desconocido porque ve en él una oportunidad de juego. Se trata de la respuesta natural. Es la educación y la cultura las que nos van separando”.
En Viajes, Kapuscinski explica el origen de la hospitalidad, una de las improntas de la civilización griega – acoger al desconocido, darle cobijo y alimento- . Una tradición que se conserva en muchos lugares de África en los que el que nada tienen comparte todo con el extranjero. “Esta costumbre se basa en la creencia griega de que el visitante podía ser un hombre o un dios disfrazado. Esa acogida llevaba pareja una responsabilidad: la seguridad del invitado. Ya nadie conoce de dónde procede esta costumbre ancestral que entiende el encuentro con otra persona como un acontecimiento, como una oportunidad y una fiesta. Nunca como un problema.
Esto no se da en la cultura occidental del siglo XXI, que no padece la escasez, las pandemias y enfermedades, ni el hambre del Tercer Mundo. En esta cultura opulenta todo está basado en el individualismo, en un egocentrismo radical en el que el yo es más importante que el grupo. Es una sociedad en la que el Otro ha dejado de interesar: sólo existo Yo y mis problemas.
“Cuando había pocos seres humanos en el planeta, los peligros eran numerosos y las herramientas escasas para hacer frente a los animales salvajes y a la naturaleza, primaba la tribu, el grupo, porque fuera de él era imposible la supervivencia”, dice Kapuscinski. “Al desarrollar la tecnología para luchar contra esos peligros, con la llegada del progreso, surge el individuo. Ya no es necesaria la pertenencia al grupo para sobrevivir, para garantizar la continuidad de la especie. La noción del individuo que está por encima de la tribu es muy reciente”.
…….El maestro, como lo llamó Gabriel García Márquez, se queja de que los medios de comunicación actuales estén inundando de noticias aisladas, casi suspendidas, sin explicación alguna, y que el reportaje esté siendo expulsado de los principales periódicos. “Heródoto era un hombre curiosos que se ha muchas preguntas y por eso viajó por el mundo de su época en busca de respuestas. Siempre creí que los reporteros éramos los buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. Quizás por eso los periódicos son ahora tan aburridos y están perdiendo ventas en todo el mundo.
…….Este género se está trasladando a los libros, porque ya no cabe en los periódicos, tan interesados en las pequeñas noticias sin contexto”.
“Cuando vemos imágenes de las pateras, con 20 ò 40 personas en su interior, empezamos a hablar de inmigración, y los políticos proponen medidas para combatirla o regularla. Un día leemos una noticia sobre la llegada a Italia de un barco con kurdos; otro, el hallazgo de asiáticos encerrados en un camión en Inglaterra; otro, de africanos saltando la valla de melilla…Pero se trata de pequeñas noticias separadas que no explican nada. Se nos presentan fuera de contexto porque el verdadero contexto es la miseria”.
“Cuando existía el telón de acero estábamos asilados. Apenas conocíamos algo del otro lado. Todo nos llegaba distorsionado. No sabíamos siquiera si vivíamos bien o mal porque no había nada distinto con lo que nos pudiéramos comparar. La diferencia hoy es que la televisión por satélite ha llevado las imágenes de nuestras vidas a los rincones de África, y esas imágenes son las que han permitido a los africanos tomar conciencia de su verdadera situación, de su pobreza extrema. Cuando se declararon las independencias de India y Pakistán – y después las de la mayoría de los países africanos-, se produjo una gran euforia, una esperanza de que la misma independencia era la solución a los problemas. Se creó el Movimiento de los No Alineados para confrontar a Occidente, pero 20 años después, en 1972, tuvieron que admitir su fracaso, que el mundo desarrollado no estaba dispuesto a atender sus aspiraciones. Ahora, la táctica es otra. Ya no se trata de buscar la confrontación, esta vez el objetivo es intentar la penetración. No es una acción organizada, sólo el débil que busca igualdad, cruzando el mar y los desiertos, jugándose la existencia, para saltar la nueva frontera que separa la muerte segura de la posibilidad de vida. Y los periodistas no estamos informando del contexto, de que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Occidente ha creado unas condiciones de desigualdad tales que la única salida de los pobres es jugarse todo para alcanzar ese mundo donde están acumulados los bienes y el bienestar, y es muy hipócrita decirles que ahora ya no pueden cruzar. Es un problema que tiene una solución muy difícil”.
En Viajes con Heródoto, Kapuscinski describe cómo hace 2500 años ya existía una lucha entre Occidente y Oriente, los dos grandes modelos de la época, la democrática Grecia frente a la dictadura persa, y que la primacía de la primera, de Europa, durante los siglos siguientes se libró en las Termópilas y en las aguas de Salamina, con la derrota de Jerjes, el rey de reyes persa. El reportero polaco, el maestro para garcía Márquez, se niega a aceptar que exista hoy una reedición de esa vieja confrontación con la guerra contra el terrorismo internacional que libra el presidente de EE UU, Bush.
“Oriente no es sólo el mundo islámico. Oriente es, sobre todo, China y es India también. Oriente es el confucionismo, el budismo, el taoísmo…El Islam sería el tercer elemento. Centrar toda la atención en ese mundo islámico, intentar crear un problema con él, es un grave error y una manipulación”.
En el libro Kapuscinski cuenta que cuando estuvo en Argelia, en la época del golpe de Estado contra Ahmed Ben Bella, le explicaron que había dos Islam , el del río, como denominaban al costero – más permeable a las influencias como toda frontera y, por lo tanto moderado y afable con el Otro-, y el del desierto: severo e impenetrable. “No se puede hablar de una religión monolítica, de un todo homogéneo, pues nada tienen que ver, por ejemplo, el Islam bantú africano, en el que no existe el concepto del terrorismo, con el que profesa en Oriente Próximo. El Islam se ha ido enriqueciendo y de alguna manera modificando, durante su expansión al entrar en contacto con una gran variedad de culturas autóctonas”.
…………

2 comentarios:

graciela Beatriz dijo...

muchas veces paso a leer lo que pones pero no se me ocurre escribir, pero voy siguiendo tus publicaciones ,segui adelante amiga ya que esta forma de pensar y de vivir parese que no es ´para todos que lastima el mundo seria mejor( creo )besos grace

roxana dijo...

gracias Grace, me das fuerza realmente. SI LO LEE UNO,YA ES UNA GRAN REALIZACIÓN PARA MI Y SI LO LEE MAS GENTE MEJOR.Contigo Roxana